Con un título así, podría uno pensar que fuera a hablar del mundo de Matrix aunque mi intención es ceñirme a algo menos ficticio, más mundano. Y es que las grandes ventajas que nos han traído las redes sociales están yendo con frecuencia en detrimento de las relaciones cara a cara. Con objeto de simplificar, llamaré “reales” a estas y “virtuales” a aquellas.
Al preguntarnos cuál de las dos tiene más importancia para nosotros cabría esperar obtener como respuesta aquella que más nos aporta y dedicamos una mayor inversión de nuestro tiempo y esfuerzo personal. Bien es cierto que ambas son perfectamente complementarias aunque no lo es menos que, en muchos casos, existe un desequilibrio en la gestión de su convivencia.
Cada vez parece tener más relevancia los mensajes que la charla, la foto que el partido y el vídeo que el concierto. Se supedita la audiencia virtual a la real para en ocasiones terminar formando un corro de personas mirando un aparato con forma de pitillera alargada que casi entrarían en modo pánico si olvidaran el tabaco en casa.
Vivimos con prisa y el ego también demanda sus dosis con celeridad. Le encanta todo aquello que le permite poder exhibirse y crear su propio espectáculo de fuegos artificiales. Tras varias ráfagas, ya se siente conectado y en sintonía con su público. Además goza de una cómoda posición: no se expone a una audiencia “en vivo” y asigna a cada interlocutor la rodaja de tiempo que estima oportuna.
Cada cual es muy libre de emplear su tiempo en aquello que le plazca, faltaría más. Eso sí, echar de menos destrezas en el ámbito real cuando, por el contrario, uno ha estado dedicando su tiempo a abonar con esmero el campo de lo virtual sería poco menos que pedir peras al olmo.
Precisamente tiempo, y también atención, son los ingredientes requeridos en una conversación tradicional, real, de las de toda la vida. Tiempo y atención para respetarme y respetar, para dedicarme, para dedicar… Y con ellos elaborar un intercambio de ideas que nos pueda servir desde válvula de escape de lo que nos acontece hasta como comienzo de un esperanzador e ilusionante proyecto.