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Faroles P

Juan está salvando la vida de Leonor. Desde hace varios días, este treintañero se ofreció para hacerle la compra a su vecina Leonor que, con 72 años y problemas respiratorios, pertenece al grupo de mayor riesgo ante el coronavirus. Esta ayuda preventiva le está protegiendo de exponerse a situaciones de riesgo para su propia vida.

En muchas ocasiones, no somos conscientes hasta qué punto pueden influir nuestras acciones en quienes nos rodean. El propósito de las cosas, el para qué hacemos lo que hacemos, es algo que a menudo dejamos de lado para actuar en modo automático sin pararnos a pensar en el efecto que tienen en nosotros y en el resto de personas.

Reflexionar sobre la importancia, la transcendencia que tiene nuestra contribución a una causa es algo crucial para ponernos manos a la obra y además, hacerlo con motivación. Cuenta la historia que Kennedy, tras anunciar a la nación que en menos de diez años EEUU llegaría a la Luna, en una visita a la NASA saludó y preguntó a un ordenanza en qué consistía su labor en la agencia espacial. La respuesta del hombre fue que estaba ayudando a poner a un estadounidense en la Luna.

Cuando una persona está comprometida es capaz de prestar ayuda, liberar sus capacidades y dar lo mejor de sí mismo. No es lo mismo poner ladrillos con heridas en las manos, en condiciones de viento y frío, sin saber qué se está construyendo que hacerlo sabiendo que el día de mañana será una escuela, una residencia de ancianos o un hospital.

Actuar con visión inclusiva, sintiéndonos partícipes e involucrados en algo mayor que uno mismo, logra despertar en nosotros una conciencia común por los resultados independientemente del rol que desempeñemos.