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Coaching personal

 ¿Y tú qué quieres ser? Cuántas veces nos hicieron esta pregunta de pequeños y cuántas veces cambiamos de opinión... Cuando somos niños, dejamos fluir la imaginación y soñamos con una u otra profesión, queremos dedicarnos a lo mismo que la persona que admiramos o ser como el protagonista de aquella película que vimos.

 Para la próxima vez que nos preguntaban ya teníamos vistas cinco películas más en las que las interesantes vidas de sus protagonistas nos habían desbordado y el enredo consistía en cómo compatibilizarlas. Y sí, tanto ellos como ellas habían sido agraciados por la madre naturaleza, qué duda cabe.

 Aproximadamente en secundaria y siendo aún más objetivo del bombardeo comercial de estereotipos al que estamos sometidos, llegan esos años previos a la elección de carrera universitaria en los que parece que has de tener claro lo que vas a hacer con tu vida. Si no es así, mal. Perteneces a una especie rara avis, van pasando los años y todavía no has decidido qué estudiar, parecía que sí aunque luego te desinflaste. Para colmo cada vez más amigos tuyos lo van teniendo claro, o eso dicen ¿No podía ser yo como mi amiga Ana que siempre quiso ser abogada?

Estudiantes vocacionales

Durante esos años y quizá también en el periodo universitario, se da un proceso que he bautizado como de “Autoconvencimiento de la Vocación”. Básicamente consiste en dar una importancia (que la tiene) y una relevancia fuera de lo común a dicho momento seguidas de grandes dosis de autosugestión: “Tengo que tomar una decisión y he de hacerlo bien pues elijo mi vocación, aquello a lo que me voy a dedicar y con lo que me ganaré la vida el día de mañana ¡Ya lo tengo! Sí, sin duda es esto ¡Es esto!”

 Más tarde, durante los años de universidad y/o profesionales, la situación se va tornando más real. Historias para todos los gustos: desde abandonos y expectativas no alcanzadas hasta carreras fulgurantes, pasando por conformismos, trompiconazos y cambios con distinto éxito ¿Dónde te quieres quedar?

 Y es que los toros se ven muy bien desde la barrera y la vida no es como una película, ni dura dos horas ni te ponen la música adecuada dependiendo del momento. Además, te parecerá increíble pero no, el eje de la tierra no se movió cuando elegiste qué carrera hacer.

 Aunque vale la pena coger al toro por los cuernos, dar al play para escuchar la música que necesites y ocuparte de aquellas actividades en las que tu intervención pueda aportar sabiendo que, siempre, puedes volver a empezar.

Empezar vocacional 3